Es un mal común, una epidemia que puede atacarnos a todos y volvernos sombríos y desagradables. Quejarse de forma crónica es una tortura tanto para el que lo hace como para los que los rodean.

Además de los problemas emocionales y sociales que pueda generar, quejarse de forma crónica también puede tener un impacto en la salud de las personas. Estudios realizados en la Universidad de Stanford demostraron que al quejarnos el cuerpo libera cortisol, hormona derivada del estrés. De ahí que las quejas continuas puedan afectar el sistema inmunológico volviéndonos propensos a padecer de alto colesterol, diabetes, enfermedades del corazón y obesidad, entre otros.

¿Por qué es necesario terminar con este círculo vicioso? Descubre a continuación cinco de las principales consecuencias que provoca quejarse en exceso. Buenas razones para terminar con esa costumbre que no dejará nada positivo en tu vida.

Paraliza. Quejarse es una enorme y peligrosa barrera mental. Es casi una regla, los quejumbrosos crónicos se estancan y se quedan a medio camino en sus proyectos. Difícilmente logran ver lo positivo en sus vidas. ¿Es eso lo que quieres para ti? Aprende de una vez a dejar atrás las equivocaciones del pasado, haz borrón y cuenta nueva y sigue adelante. ¡Avanza!

Roba energía. No hay forma más fácil de agotarse emocionalmente que quejarse. Te cansas tú y cansas a todos los que te rodean. ¿Quién quiere estar al lado de alguien que se lamenta por todo? Es totalmente negativo. Enfócate en tus conversaciones y repréndete cada vez que comiences a quejarte, es un ejercicio que requiere mucha práctica pero que evitará que al final del día te encuentres sin ganas de nada y en completa soledad.

Impide ver las soluciones. ¿Conoces a alguien que resuelva sus problemas por quejarse? Lo dudo. Una persona que vive para quejarse difícilmente es capaz de identificar las oportunidades y posibles soluciones a sus problemas. Ninguna puerta se abre ante el que siempre se enfoca en lo negativo, es un círculo vicioso que impide ver el sol después de la tormenta.

Aleja a las personas. Por salud mental, una persona equilibrada se alejará siempre de aquellos que van por ahí lamentándose y queriendo que el mundo se queje con ellos. Es un efecto natural. Así como la gente simpática y optimista atrae a los demás, la negativa y quejumbrosa repele de inmediato a cualquiera. Nadie quiere caer en la trampa de estos vampiros energéticos. Si pretendes terminar tus días solo quéjate continuamente, esa es una fórmula infalible. Nadie, ni familia ni amigos, soporta estar al lado de un inconforme.

Te convierte en víctima. Quejarnos constantemente por lo mismo nos vuelve víctimas eternas y nos lleva a arrastrar un peso invisible por años, sintiéndonos inconformes y miserables. No puedes liderar tu vida y triunfar si te niegas a enfrentar tu realidad y a hacer los cambios necesarios para cumplir tus sueños. Asume tu responsabilidad en las consecuencias de tus actos y decídete a ser el dueño de tu vida, sin lamentos.